de color blanco
y se pasaba el día
hablando.
Tenía, tenía
muy poquitos dientes;
comía y comía
cereales crujientes.
Dormía en su tumba
y soñaba, soñaba
que un monstruo
le pillaba
y un gran susto
se llevaba.
Pero aquella noche
soplaba el viento
y el pobre esqueleto
se murió de miedo,
saltó de su tumba
y salió corriendo.
¡Ay!, decía.
¡Ay!, siguió diciendo;
que ese monstruo
me está comiendo.
¡Mentira, mentira!,
que nada es cierto.
El monstruo no existe:
sueña el esqueleto.
¡Y aquel esqueleto
que tenía miedo
se durmió en su tumba
y se quedó tieso!
2ºB
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